Entrevistamos a una doctora, pediatra de atención primaria, con el objetivo de visibilizar las consecuencias que puede tener una reclamación médica en un profesional. En este caso, prefiere seguir en el anonimato por miedo a vivir situaciones desagradables como la que tuvo con los progenitores de su paciente. Su testimonio explica a la perfección el agobio y el miedo que sintió durante años por un error que no cometió, además de la importancia que tiene en estos procesos contar con un buen seguro de Responsabilidad Civil Profesional.
- ¿Podría describirnos en qué consistió la reclamación médica que sufrió? ¿Cómo llevó esa carga?
Todavía es un tema que cuando hablo de él me remueve un poco porque lo pasé francamente mal. Fue un niño que hizo un Síndrome de Dravet, una epilepsia devastadora de la infancia, en el centro de salud en el que yo trabajaba entonces. Se trataba de una zona rural, donde los medios eran limitados, y tuve que atender a un niño que venía por una sinusitis. Sin embargo, entre medias, hasta que el niño hizo un cuadro convulsivo epiléptico pasaron muchos meses. Le vieron otros profesionales muchas veces, porque acudió de urgencias o sin cita por diferentes motivos. Una vez acudió por mocos, otra por una faringitis…
Hasta que un día llegó el niño convulsionando, había entrado en un estatus epiléptico que llevó más de 30 minutos. Lo conseguimos estabilizar como pudimos y se le mandó al hospital, donde estuvo ingresado durante bastante tiempo. Estuvo en la unidad de cuidados intensivos, con los otorrinos… Allí también surgieron multitud de problemas. Yo ya perdí un poco la pista, hasta que me denunciaron por la vía penal por la atención durante el Síndrome de Davet. Su familia decía que esto derivaba de una sinusitis que yo le traté mal. Mi actuación fue correcta, está todo escrito en el historial clínico. Me llevó el caso un abogado de DS Legal y la verdad que todo se quedó en la instrucción.
La otra parte intentó por todos los medios llegar más allá, reabrir el caso un montón de ocasiones, hasta que hace un par de años prescribió el caso. Luego intentaron seguir el proceso por la vía civil. Creo que algo le indemnizaron, ya que el niño se quedó con unas lesiones como consecuencia del síndrome, pero en ningún caso fue mi culpa.
Yo lo viví fatal. A mí me vino a traer la denuncia la Guardia Civil a mi consulta, cuando yo estaba trabajando. Ese es el primer contacto que yo tuve con la denuncia. La verdad que la madre me hizo la vida imposible: me nombró en una revista, aparecieron pintadas contra mí, me sentía acosada y tenía miedo. Realmente es fundamental contar con un seguro privado. En mi caso, Uniteco me ayudó muchísimo.
- ¿Cómo describiría las emociones y pensamientos que experimentó cuando se enteró de la reclamación o sufrió el incidente?
Estuve como en shock, lo pasas realmente mal. En un momento cuestionan todo tu hacer: tantos años estudiando, tantos años trabajando… No me parecen ni los medios ni las formas adecuadas. No entiendo por qué me lo hicieron así. Me dijeron que no tenían ni mis datos ni mi dirección, que lo único que tenían era la dirección de mi trabajo. No entiendo cómo la Guardia Civil no puede tener acceso a mis datos, sabiendo mi nombre. Desde luego venir a mi trabajo, no es el cauce adecuado y me hizo sentir mal.
La señora además estuvo bastante tiempo acudiendo al centro de salud a amenazarme. Era un centro de salud con dos plantas y cuando me avisaban desde abajo tenía que cerrarme con llave. Tuve que coger la baja un tiempo e incluso pedí a la gerencia que me cambiaran de plaza. Fueron unos años los que tuve que convivir con esa situación, por lo que solo puedo agradecer a quien estuvo a mi lado. En mi caso mi familia, amigos e incluso el abogado que me llevó el caso, como he comentado anteriormente.
Los médicos no tenemos ni idea de Derecho, hay muchas cosas que se nos escapan. Por eso, sentir el apoyo incondicional de un abogado, como profesional y como persona, no tiene precio. Creo que fue muy paciente conmigo explicándome la situación en todo momento. Sabía que él estaba ahí y para mí fue mi referente y mi apoyo. En esos momentos te planteas constantemente: ¿Qué es lo que va a pasar? Aunque sepas que todo lo has hecho bien, te sientes completamente en peligro. Sólo por eso, yo siempre recomiendo una póliza con las coberturas más altas, te da seguridad.
- Antes de este incidente, ¿Había reflexionado previamente sobre la posibilidad de enfrentar una situación así en su práctica profesional, o fue esta una experiencia completamente inesperada para usted?
Este es un tema que se comenta entre compañeros, aunque también depende de las especialidades. En mi caso, que trabajo en un centro de salud de medicina familiar y comunitaria, es una especialidad que tiene menos reclamaciones, o al menos antes era así. Son patologías benignas, que se resuelven con relativa facilidad, que se pueden derivar a hospital… En general, la incidencia ha ido creciendo con los años. Sin embargo, entiendo que ocurren más en otro tipo de especialidades: cirugía, ginecología, neonatología…
Yo creo que ahí el médico es más consciente de que puede ocurrir algo. En la atención primaria los insultos o las agresiones sí que son habituales. De hecho, cada vez es más habitual porque no hay médicos. Somos muy poquitos y tenemos las consultas saturadas. He llegado a ver 70 pacientes al día. Ahora estoy en otro centro de salud y la media ha bajado a la mitad, a unos 40. Sin embargo, con esa presión asistencial tan alta, el riesgo de que puedan ocurrir cosas es alto. Lo tenemos presentes, pero nosotros hacemos lo que tenemos que hacer.
- Durante la gestión de su defensa, ¿puede compartir algún momento o situación específica que haya sido especialmente desafiante para usted? ¿Cómo afrontó esa dificultad?
Para mí todo el proceso fue malo. Es como una sensación de una espada de Damocles permanente en tu espalda. Los tiempos se alargan, sobre todo al principio por la presión de los progenitores del niño, que venían a protestar, a insultar, las pintadas en el coche… Tenía la sensación de que en cualquier momento me podía pasar algo. Tampoco sabes si judicialmente se va a resolver a tu favor o no. Es una situación que te come mentalmente.
Los recursos constantes de la parte demandante, a pesar de que siempre se resolvía a mi favor, eran una tortura. Parecía que no iba a acabar nunca. De hecho, la última vez que lo volvió a intentar, ya había prescrito. Ya no tenía más cabida, entiendo que porque legalmente no se pueden perpetuar las cosas en el tiempo.
- Respecto al asesoramiento jurídico y gestión de tramitación que recibió durante este proceso, ¿hay alguna asistencia o apoyo particular que destacaría como esencial o especialmente valioso para usted en esa situación?
Para mí fue especialmente valiosa la aportación del letrado. Su accesibilidad, el cómo lo hizo todo, la preparación, su análisis… Todo ello fue muy importante. Cuando tuve que ir a declarar no me hicieron ninguna pregunta que no me esperase. Todas las preguntas que me hizo la jueza eran preguntas que habíamos pensado previamente. Estuvimos trabajando sobre la historia clínica y eso me dio muchísima seguridad y tranquilidad.
Para mí su actuación fue un auténtico 10. De hecho, después de la experiencia me animé a realizar un Máster de Peritaje y Valoración del Daño Corporal. De hecho, me abrió un campo nuevo en el que ya he trabajado. Para Uniteco, que es la institución que lanza este máster junto a la Universidad de Alcalá de Henares, ya he hecho un par de informes e incluso la Comunidad de Madrid (España) me ha llamado en 3 ocasiones por el mismo motivo.
De hecho, al principio pensaba que no sería tan fácil trabajar en este campo, incluso por mi propia especialidad. Pensaba que surgirían menos situaciones de estas características, pero no es así. También he hecho valoraciones del daño corporal por incapacidad. La verdad es que estoy muy contenta de haberme introducido en este campo. Me lo tomo como que la experiencia mala que pasé me abrió la puerta de algo que jamás me habría planteado. Hay que valorar cada situación de forma particular y con la mayor objetividad. El informe pericial es fundamental para llegar a una conclusión en el juicio a favor de uno u otro.
- Basado en su experiencia, ¿qué consejo específico ofrecería a otros médicos que se encuentren en una situación similar? ¿Hay algún recurso o enfoque que encontró particularmente eficaz o reconfortante?
El primer consejo es que nunca dejen de lado la historia clínica. Es un documento legal fundamental. Hay que dejar todo registrado en este documento. Es verdad que con las prisas del día a día a veces no da tiempo a apuntar todo, pero al final eso queda en el aire y puede suponer problemas. Por ello, la recomendación es esa, porque si recibes una reclamación todo lo que esté escrito en la historia clínica servirá como prueba de la buena actuación, por la tranquilidad del médico y del paciente.
El segundo consiste en disponer de un buen seguro de Responsabilidad Civil. Lo que me pasó a mí, pasó porque pasó, porque hay cosas que pasan. En un momento determinado, alguien vivió una situación en la que tenía que buscar un culpable y en ese proceso me tocó a mí. Estoy segura que ningún profesional que trate una sinusitis lo habría hecho diferente a como yo lo hice en su día. Por ello es fundamental contar con un respaldo que cubra la Responsabilidad Civil, el asesoramiento legal continuo y, en caso de que llegue a juicio, la defensa legal tanto por la vía penal como por la civil, como fue mi caso con Uniteco y el despacho DS legal. Tengo mucho que agradecerles en este sentido.
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